miércoles, marzo 29, 2006













La sinfonía de los Narcissus serotinus
Dicen que el pasado mes de ocutubre ha sido el más lluvioso de los últimos setenta y cinco años. ¡Qué curioso! Resulta que el año meteorológico que dejamos ha sido el más seco de los últimos sesenta años. En esta encrucijada de cifras raras dejamos atrás acontecimientos naturales que se guardarán seguramente en los llamados "anales de la historia": huracanes, tornados, olas gigantes y el saldo de muertes y desgracias humanas que todos conservamos en nuestra retina. Quizás un tributo que la naturaleza nos reclama de cuando en cuando para hacernos ver cuánto estamos alterando los equilibrios con que venía funcionando desde hace millones de años. Aquí, en la bahía de Cádiz, tras las abundantes lluvias de este otoño, el campo que sufrió el rigor del estiaje, vuelve esperanzado a mostrar la "otoñá". ¡Qué hermosa palabra ésta! Y la sinfonía de flores y nuevas hierbecillas se adueña de todo. El espectáculo se puso en movimiento cuando las primeras urgineas rompían el suelo emergiendo con sus gruesos tallos para colocar en el campo la blanca bandera del otoño. Seguidamente, lo más impresionante, la aparición del manto blanco de narcisos cubriendo todo el prado del Almendral, junto a mi casa. No tengo palabras para explicar la grandeza de esta visión casi mágica. ¡Ayer no estaban, y mira ahora! Estos pequeños narcisos han emergido de la tierra al unísono toque de una enigmática llamada. Millones de ellos se han apoderado de todo el prado y al tiempo, aquí y allá, rompiendo esa marea de espuma blanquecina, saltan las mandrágoras con sus misteriosas flores, poniendo el contrapunto al paisaje con sus perlas azuladas, decorando de azul este escenario, donde los narcisos interpretan una danza, vibrando suavemente con cada racha de vientecillo suave que hace estremecer todo este mar de flores. Es como si una mano mágica guiara toda la orquesta. Pero lo más inquietante es que a escasos 10 kilómetros de aquí, en los grandes claros que aparecen en el Pinar de la Algaida, el mismo día y casi a la misma hora, ha surgido de la tierra el mismo espectáculo de color. Allí tambien, millones de narcisos han hecho su aparación en la escena del otoño. Verdaderamente estas plantas parece que en lugar de tener un reloj biológico estuviesen controladas por un cronómetro digital . ¡Qué puntualidad! Toda esta misteriosa sincronía me produce una sensación de orden cósmico que me desconcierta y me maravilla ¿Quién despierta a todos estos millones de bulbos enterrados para que emerjan a la vez? Si hubieran salido poco a poco, durante varios días, diríamos ...claro, el fotoperiodo, o ¡ya está! la temperatura, o simplemente podríamos responsabilizar a cualquier otro factor atmosférico o ambiental como la lluvia, o determinado índice de humedad del suelo, no sé, cualquier explicación coherente. Pero, se levantaron todos juntos del fondo de la tierra, cubierta aún de mustios cardos que ya diseminaron sus semillas en forma de globos de vilanos, y dejaron todo el pueblo cubierto de esas esferitas peludas que se cuelan en todas las casas. Me recordaron estos pequeños narcisos al toque metálico del "Hermano Martillo", levantando su voz por encima de la muchedumbre, y ese "vámonos" al que siguen eléctricamente los cuerpos de los cargadores elevando al paso hasta las estrellas. No sé, creo que estas cosas sólo ocurren aquí, en esta Andalucía mágica. En esta tierra de enormes contrastes donde incluso la vida brota al compás, como los buenos cantes de la tierra.
fito mendi. Noviembre-2005.

¿Misterio resuelto?.
Unos meses despues de escribir este articulillo, releyendo una vez más, el libro de las Orquídeas de Grazalema, veo que los autores explican el ciclo vegetativo de las orquídeas y comentan el mecanismo de germinación de estos otros bulbos del siguiente modo: " El despertar biológico de los bulbos de las orquídeas obedece a un control endógeno, basado en alguna hormona que se va acumulando o se va degradando durante el curso del verano hasta alcanzar un valor umbral determinado". Es decir, que los bulbos de estas plantas vienen dotados genéticamente de una hormona que, supongamos, se va degradando hasta un punto exacto de concentración en los tejidos del bulbo y, cuando esto ocurre, dispara los mecanismos de germinación de la planta. Si así fuera, cosa probable dada la solvencia de los autores, ¡qué refinamiento de las hormonas para medir el tiempo con tanta exactitud! Y esto nos lleva necesariamente a otras preguntas ¿Para qué? ¿Qué ventajas obtienen los narcisos con este comportamiento colectivo? ¿Estará relacionado con asegurarse el favor de los polinizadores? ¿O será un mecanismo para favorecer el dominio de la pradera frente al resto de las hierbas que salen tambien con la otoñá?. En cualquier caso, saber un poco más no me proporciona más tranquilidad, sino nuevos interrogantes, que percibo admirado de tanta regularidad y orden, como esa sinfonía que entona la Naturaleza cada vez que la tierra avanza un poco más describiendo giros constantes alrededor del sol.
fito mendi. marzo-2006.

Las fotos: Prado del almendral. (Puerto Real, Cádiz) 24-octubre-2005. Cámara olympus C-5000Z (compacta). foto 1: 1/100 s. f:5.6, ISO:50. Retoques: degradado ByN hacia el fondo para resaltar la profundadad de la imagen. foto 2: 1/800 s. f:6.3, ISO:320. Retoques: niguno.

1 comentario:

Juanjo dijo...

Si, si, es realmente impresionante lo de las bulbosas, hace doas años fotografié la Orchis coriophora el 14 de abril, el año pasado el 16 de abril, antes de esas fechas nada,, ¿se repetirá este año con la misma precisión???

Ahi queda eso.