viernes, julio 28, 2006

Seguir volando



Por una vez podríamos ser como pájaros y seguir su estela en el espacio abierto de la bahía gaditana. Claro que no lo somos y lo que a nosotros nos parecería una hermosa colcha de panwok, hecha con telas de diversos colores que se muestra a nuestros pies, no es otra cosa -ellos lo saben muy bien- que una enorme salina. Más o menos la casa donde viven o pescan los flamencos, las espátulas, cigüeñuelas, garzas, avocetas y demás fauna emplumada que hermosea estos espacios litorales que el hombre ha ido transformando desde épocas prerromanas. Esta salina, llamada de la Tapa, nada tiene que ver con las salinas tradicionales, ni con su estructura, ni destila ese conocimiento milenario del manejo del agua de mar que atesoran aún los viejos salineros. La mecanización y los cambios no comenzaron precisamente ayer. Pero en esencia, sigue siendo lo mismo: un proceso de separación de la sal marina del agua de mar y del resto de sus componentes. En esa transformación intervienen siempre los tres elementos básicos: las mareas, el sol y el viento. No creo que hoy podamos encontrar ninguna fábrica que en pleno siglo XXI siga usando estos elementos como fuerzas esenciales de la producción. Además, las salinas de la bahía de Cádiz son ese paisaje que todo lo uniforma y todo lo identifica. Casí 10.000 hectareas de naturaleza en el centro mismo de un área metrópolitana con más de medio millón de almas. Casi todas moviéndose diariamente por su contorno, incluso sobre ellas. Creo que todos los gaditanos, y los que tambien lo somos por propia vocación, llevamos la impronta de la sal y su paisaje en el fondo de nuestras retinas. Y ahora, además, yo me quedo con esta imagen dentro, con la plasticidad de esa conjunción de ocres, verdes, pardos y amarillos ...junto al blanco puro de la sal, como la paleta de un pintor, o el verbo de un poeta, pidiendo que todo siga igual que ahora, o igual que antes. No voy a permitir que el ladrillo siga invadiendo y ahogando este hermoso paisaje. No voy a consentir ni un relleno más de ninguna salina. Nadie debería permitirlo.

Las fotos: 21/I/2006. Vuelo sobre la bahía de Cádiz, 1000 pies, ángulo 45º. Salina de la Tapa (el Puerto de Sta. María). Cámara Olympus E-500. Obj. 14-45 mm, f: 9, 1/500. Recorte con Picasa. Ver reportaje fotográfico completo y crónica del vuelo pinchando en "Mi space" de la lista de enlaces.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón, ningún gaditano debe ser ajeno a este paisaje. Pero una cosa es lo que debería ser y otra lo que es. Mucho me temo que pocos son los que al ver estas fotos te dirían: "son salinas". Y estoy pensando sobre todo en la gente más joven. Cuántos de ellos no plantearían: "en todo este terreno se podrían construir unas zonas comerciales, unas discotecas, unas...(yo que sé) que fliparías". Y de los políticos, constructores,...sin escrúpulos que pululan por ahí, mejor no decir nada.
Hablas de tradición, de historia, de cultura, de arte, de espacios de nuestro litoral llenos de vida. Y además, nos transmites tu entusiasmo y tu compromiso personal. Con eso me quedo yo.

Anónimo dijo...

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