lunes, mayo 21, 2012

Crucero IV. Vista del Sovereign atracado frente a las costas monagescas.

A través de Flickr:
Canon L 17-40/4.0 mm

La pasada Semana Santa hice con mi familia (ampliada), unas 30 personas, un viaje con Pullmantur por el Mediterráneo Occidental. Visitamos Barcelona, Túnez, Nápoles, Florencia, Roma y Mónaco. Además de las fotos de viaje típicas y de familia, mi proyecto era fotografiar todos los puertos posibles. Los puertos tienen algo que a mi me fascina fotográficamente. Me refiero a la estética de los paisajes portuarios, sus espigones, los muelles de atraque, las moles de las grúas y los barcos entrando o saliendo de ellos. Además, el efecto de borde que separa los dos mundos, tierra y agua sin transiciones, reactiva permanentemente este escenario. Para todo esto aproveché la amanecida, pues estos barcos suelen atracar siempre en las primeras horas del día, cuando la luz es más pura y más difícil, pero infinitamente más bella que cualquier otra. La perspectiva siempre alta que brindan estos gigantes del mar nos ofrecen puntos elevados que permiten integrar muy bien el paisaje urbano que oficia de telonero en la lejanía -o en la cercanía- según cada cual. No olvidemos que todo esto es un paisaje fuertemente humanizado, sin concesiones a la estética natural, pues no puede haber nada más artificial que un negro puerto de piedras oscuras e hierros repintados. Pero a mí, que básicamente fui y sigo siendo, un personaje naturalístico, me impresionan estas estructuras artificiosas que son mecidas cariñosa y permanentemente por el vaivén de las suaves olas que atraviesan las defensas del puerto y el rigor cartesiano de las cansinas mareas. La mayor parte de las fotos están hechas con el mismo objetivo, un fijo 135/2.0 de Canon L, que ha resultado el amigo reencontrado, al que a partir de ahora atenderé con el respeto que se ha ganado. Iré subiendo una o dos fotos cada día para no saturar.

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