A 30.000 pies según el piloto comandante del vuelo Barcelona-Bari de un 28 de marzo de 2010. Esto es, poco más o menos a 10.000 metros de altura sobre las 7.30 de la mañana. Un amanececer desde arriba con densas nubes negras debajo y el sol proyectándose, mientras uno sigue moviéndose a más de 1000 kmm/h. Demasiados números y demasiadas sensaciones. Pureza, la poca que nos queda ya.
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