Ese recuerdo me estremece
como universo de navajas
que recorren con su filo
el contorno de mi espalda.
Miro mi mano extraña y lloro,
no se puede hacer nada.
Siento frío, humedades,
que me inundan y me arrastran.
Oigo la voz de mi padre
que tiernamente me abraza.
No llores más mi niña,
no llores más, que es sólo agua.